¿Has oído hablar de la conducción eficiente? Seguro que sí. Bien entendida, te convertirá en un conductor más seguro, ahorrador y eficaz, y además tu coche lo agradecerá profundamente. Pero hay que tener cuidado: una conducción eficiente llevada al extremo o mal entendida puede ser muy perjudicial.
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¿Qué es la conducción eficiente?
La Dirección General de Tráfico la ha definido con estas mismas palabras:
La “conducción eficiente” es un nuevo modo de conducir el vehículo que tiene como objetivo lograr un bajo consumo de carburante a la vez que reducir la contaminación ambiental. A su vez se obtiene un mayor confort en la conducción y una disminución en los riesgos en la carretera.
Ventajas de la conducción eficiente
- Un mayor ahorro. Y no sólo de combustible, sino en los propios componentes sometidos a desgaste del automóvil, como por ejemplo las pastillas de freno.
- Una menor contaminación. Uno de los puntos de la conducción eficiente es que este modo de conducir es más respetuoso con el medio ambiente, ya que optimiza el uso de los recursos y además produce menos contaminación.
- Un mayor confort. Como veremos a continuación, una de las claves de esta manera de conducir, es evitar la brusquedad, lo que no sólo es beneficioso para contener el consumo, sino también para nosotros como conductores, que nos sentimos más relajados y confortables.
- Una mayor seguridad vial. Pues sí, porque otra de las claves de la conducción eficiente es la anticipación.
¿Cómo realizar una conducción eficiente?
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- Empezamos por el principio: arrancar siempre sin pisar el acelerador. Si tu coche es diésel te conviene muy mucho esperar unos segundos antes de iniciar la marcha para que al lubricante le de tiempo a hacer su trabajo.
- Utiliza la primera sólo para iniciar la marcha: cambia a segunda lo antes posible (habitualmente, a los dos segundos).
- En carretera, la mejor manera de ahorrar es circular con la marcha más larga posible y con la velocidad más uniforme posible. Ojo porque aquí la palabra clave es posible. No significa que haya que ir siempre en quinta… Si no que, en cada situación, elijamos la marcha más larga dentro de las posibilidades.
- Conoce tu coche como te conoces a ti mismo. Especialmente cuándo y cómo debes cambiar de marcha. El cambio de una marcha a otra, si se domina, te permitirá ahorrar al año. ¿La norma general? En los vehículos a en torno a las 2.000 rpm y en los coches a diésel sobre las 1.500 rpm.
- Anticipación y previsión. A menudo, los frenazos y acelerones no han sido idea nuestra, sino que nos hemos visto obligados a maniobrar así debido a la acción de otro conductor. Ahora bien, ¿cuál es el origen de estas situaciones? Pues nuestra tendencia a no guardar una distancia de seguridad aceptable. ¿Nuestra recomendación? Guarda las distancias con los otros vehículos porque eso te da tiempo a anticiparte ante las maniobras imprevistas de los demás y aumenta (y mucho) tu propia seguridad vial.
- Utiliza (con inteligencia) el freno motor. Nada de bajar una pendiente en punto muerto ni de acelerones y frenazos en caravanas. Aprovecha las inercias y frena con suavidad.
- Suavidad y tranquilidad. Lo decíamos antes: para ser un conductor eficiente hay que evitar la brusquedad a toda costa. No es buena para ti, no es buena para tu coche, no es buena para el medio ambiente y no es buena para la convivencia en carretera.
- La climatización también importa. Y, por último pero no menos importante, ten en cuenta el modo en que el uso del climatizador del coche afecta al consumo. ¿Eres de los que pone el aire a 16º en verano? Huye de las temperaturas extremas durante períodos continuados: no es bueno para tu salud y aumenta el consumo de manera importante.